Prefiero un minuto contigo que una eternidad sin tí.

¿Recordáis esa época en la que escribías cartas a los reyes magos? pues esto es algo parecido, la única diferencia es que yo no pedí un juguete y tampoco pegué pegatinas en un catálogo escogiendo aquello que más deseaba, simplemente ocurrió de improvisó y aterrizó en mi vida de golpe y sin avisar.
Si que es cierto que lo llevaba esperando desde hace tiempo, pensaba que esas típicas historias de película eran poco probables pero aún así no renuncié al placer de pensar que por un pequeño instante eso podría hacerse realidad, admito que no es un amor de película americana al igual que también admito que no es el chico perfecto, pero lo que se es que con sus imperfecciones o sin ellas esta ahí siempre que lo necesito y eso no lo cambio por nada del mundo.

Mi vida, mi todo.

No suelo decirselo en palabras, soy más de escribirle cientos de cartas rellenando cada trozo en blanco de papel. Podría gritarle al mundo entero lo estupendo que es y aún así me quedaría corta, no es un chico cualquiera,es mi hermano, es mi todo.
Inventaba soluciones a todos mis problemas con tal de verme feliz y eso a mí me encantaba, se podría decir que es único y obviamente no lo cambiaría ni por nada en este mundo. Día sí y día también me hacía reír como nadie nunca ha lo ha conseguido, me hacía feliz y me hacia olvidar cualquier cosa que turbase mis pensamientos, en resumen, si tenía un mal día él lo convertía en el mejor de la historia de mis días.
A cualquier cosa mala que le pasara, la dotaba de una pequeña porción de humor, haciendo ver a todo el mundo que siempre te pueden pasar cosas perores en la vida como para dar a esa más importancia de la que realmente tenía.
Por ese motivo y por muchos otros, se podría decir que estoy orgullosa de pertenecer a una pequeña parte de su todo.